Ventajas de una ciudad muerta

Una de las ventajas de vivir en una ciudad muerta es que hay mayor margen de maniobra para experimentar tratamientos contra los males que la han llevado a la tumba. Cuando una ciudad está viva hay que tener cuidado, porque un error en la mesa de operaciones la puede mandar al otro barrio. Sin embargo, con una ciudad muerta podemos probar casi cualquier cosa sin miedo a causarle mayor daño. La autopsia a una ciudad muerta nos permite ser imaginativos, probar técnicas que no se han usado antes, investigar detenidamente sus tumores y extirpar órganos que consideramos esenciales porque nadie, hasta ahora, ha intentado subsistir sin ellos.

En la mesa del forense podemos observar detenidamente si la ciudad cadáver tiene los pies torcidos porque nunca ha caminado en la dirección correcta, si tiene los pulmones ennegrecidos porque ha respirado aire contaminado y si tiene agujeros en los bolsillos porque alguien ha cortado la tela para que se le caigan las monedas que guarda en el pantalón. A la ciudad muerta podemos curarle las heridas que no nos atrevemos a tocar cuando está viva, porque ya no importa que el paciente se queje del dolor, que vaya a quedar una cicatriz o que salga pus a borbotones. Podemos trasplantarle extremidades de metal, ojos que observan al mundo desde un prisma distinto e incluso diseñarle un nuevo corazón a su medida.

Seguramente todo este trabajo científico no servirá para revivir a nuestra ciudad difunta, pero reuniremos datos que serán útiles para salvar a otras urbes que agonizan. Y si logramos la resurrección, siempre que nuestra criatura no sea un engendro peligroso que se rebela contra su creador, como le ocurrió a Víctor Frankenstein, nos espera un merecido premio de la Academia Sueca.

En cualquier caso, merece la pena donar una ciudad muerta a la ciencia, porque no la podemos matar dos veces y, en el peor de los casos, siempre habrá algo aprovechable en el cadáver: tejidos para trazar nuevos mapas, huesos para levantar monumentos funerarios, vísceras para alimentar a los pobres de otras ciudades.

Deja un comentario